Aún era un luchador,
pero estaba muy cansado.
Por la sobrada violencia
se había desilusionado!
Lo de los dos emisarios,
que salvó de aquella turba,
lo dejó tan consternado
que hasta hoy día se perturba!
Si lograban darles caza,
lapidarlos sería un juego.
Nadie más les dio cobijo,
no bailaban con el fuego!
Para ellos era un festín
reventarlos a pedradas.
Mientras más se retorcían,
mucho más lo disfrutaban!
Siempre después de violarlos
con todo lo que cruzara.
Creían que lo merecían,
sin que nadie los juzgara!
Hasta su puerta vinieron,
sin límites que acataran.
- “Entrega a los invertidos”
a los gritos insultaban!
Los muy brutos no entendían
por qué él lo veía tan feo.
Decían que así estaba escrito:
torturar a esos efebos!
Hasta el Verbo les servía,
a los dueños del cinismo.
Como si existiera Dios
capaz de tamaño salvajismo!
“Ya no quedan hombres justos
en la perdida ciudad”
le había dicho a su tío
la voz en la oscuridad!
Evaluando lo vivido
quién se atrevería a dudar?.
A causa de ser tan cierto
se tenía que mudar!
Si de rabia hasta a sus hijas
habían querido estuprar.
No podía perder más tiempo:
aquel sitio iba a explotar!
Yéndose con rumbo incierto,
un estruendo oyó sonar.
Cuando quiso darse cuenta
su esposa estaba hecha sal!
Mientras la ciudad se hundiera
no debía ni girar.
Se ve que con tantos nervios
ella no pudo aguantar!
Perdió todo lo construido,
tendría que recomenzar.
El dolor aquel sufrido
nada lo podría curar!
De lo que diría la historia
no quería ni pensar.
La otra cara de Sodoma
él no sabría olvidar!