“Kutral… kutral…!!!” era lo que aquel niño nativo, que vendía baratijas al costado de la ruta - allá en la Patagonia - le había gritado horrorizado cuando le pasó por al lado a 150 kilómetros por hora.
Cómo podía imaginarlo? Sólo fue un pucho más, de los tantos
en el día, que ya había terminado de fumar.
Demasiado trabajo aplastarlo en el
cenicero de su 4 x 4!
Que cuando lo tiró por la ventanilla no estaba ni apagado?
Obvio! Y eso qué?
Él no tenía la culpa de que el viento ahí cambiara en un
instante!
O de que la estepa pudiera empezar a arder, con los altísimos grados
de aquel bochornoso día.
Lo vio por el retrovisor, pero no estaba acostumbrado a
resolver ese tipo de problemas.
"Siempre hay
gente para ello", pensó.
Seguro que con un par de baldes de agua, lo apagaban y a otra cosa!
No
sería la primera "fogatita" que habrían
visto esos Mapuches!
Sumaron veinticinco las víctimas fatales.
Bomberos Voluntarios
atrapados por las llamas, cuando ni siquiera eran expertos, ni siquiera
eran adultos.
Barrieron las laderas y encontraron a los pobres.
Quien los mandó también subestimó la situación.
O era algún
otro inconsciente!
Así que no fue el único responsable.
Pero solamente a él lo habían metido preso.
En fin , por lo menos tenía
puchos!
Hacían más llevadera la frialdad de aquella celda.
Que no previó la situación? Obvio! Y eso qué?
Si el chico le gritó en Mapudungun, cómo
iba a saber que hablaría en Español?
Tarde supo comprender que se trataba
de un indio, no de un tonto.
Se hizo entender con la policía, y describió la
camioneta con lujo de detalles!
A él lo acorralaron en los Andes, cruzando la frontera.
- “Kutral” es “fuego” aquí en el Sur, le dijo el Juez al imponerle la sentencia.
Eso sí ya lo sabía,
lo había visto en el espejo.