*-Gora

MOMENTO PERFECTO (por Máximo L. Dárdano)



Ni siquiera pestañeó cuando el vetusto sacerdote hundió, en el centro de su pecho, el aguzado perforador de jade.

Toda su corta vida había estado preparándose para cuando tuviera el honor de esta ocasión.

La pureza virginal de sus entrañas opacaba el fulgor dorado de los distinguidos ornamentos que portaba, los que serían arrojados al foso junto con sus restos, un privilegio reservado sólo para las de su clase.

Era sin dudas una gran elección.

Era la perfecta para el momento perfecto!

Había entendido con resignación que sus familiares no quisieran acompañarla durante el trayecto a través del zacbé. 

Temían perturbar la serena aceptación de su destino.

Jamás se les hubiera cruzado que ni la absoluta obscuridad de aquella, su última noche, podría amedrentarla.

Las arrasadoras tempestades venían azotando la antigua localidad desde hacía meses, pero ahora tenía la seguridad de que mañana a la mañana, al despuntar el alba, el sol volvería a brillar sobre los suyos.

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