*-Gora

ELLA Y ÉL (por Máximo L. Dárdano)



Él la conoció en un bar.
Ella bailaba en ese bar.
A él le gustó como bailaba.
A ella le gustó que le gustara.

Él estaba cansado de buscar.
Ella no buscaba más.
Él pensó que por ser viejo ella no lo podría amar.
Ella que él sería como todos los demás.

Igual se mudaron juntos,
cuestión sólo de intentar.
Ella a él le daba paz.
Él a ella le daba el pan.

Cuando quisieron acordar
sin el otro no podían estar!
Ella al bar no volvería a bailar.
Él del bar ni se quería acordar.

Después de todo,
quién lo iba a pensar?
Superando los prejuicios
se amarían hasta el final.

Pero al poco tiempo
la cosa no les atrajo más.
A ella le asustaba tanta responsabilidad.
A él le aburría carecer de variedad.

Y se fueron por su lado,
otra vez para buscar.
A ella le tiraba el bar.
A él las otras que bailaban en el bar.









LA CIUDAD (por Máximo L. Dárdano)



Aún era un luchador,
pero estaba muy cansado.
Por la sobrada violencia
se había desilusionado!

Lo de los dos emisarios,
que salvó de aquella turba,
lo dejó tan consternado
que hasta hoy día se perturba!

Si lograban darles caza,
lapidarlos sería un juego.
Nadie más les dio cobijo,
no bailaban con el fuego!

Para ellos era un festín
reventarlos a pedradas.
Mientras más se retorcían,
mucho más lo disfrutaban!

Siempre después de violarlos
con todo lo que cruzara.
Creían que lo merecían,
sin que nadie los juzgara!

Hasta su puerta vinieron,
sin límites que acataran.
- “Entrega a los invertidos”
a los gritos insultaban!

Los muy brutos no entendían
por qué él lo veía tan feo.
Decían que así estaba escrito:
torturar a esos efebos!

Hasta el Verbo les servía,
a los dueños del cinismo.
Como si existiera Dios
capaz de tamaño salvajismo!

“Ya no quedan hombres justos
en la perdida ciudad”
le había dicho a su tío
la voz en la oscuridad!

Evaluando lo vivido
quién se atrevería a dudar?.
A causa de ser tan cierto
se tenía que mudar!

Si de rabia hasta a sus hijas
habían querido estuprar.
No podía perder más tiempo:
aquel sitio iba a explotar!

Yéndose con rumbo incierto,
un estruendo oyó sonar.
Cuando quiso darse cuenta
su esposa estaba hecha sal!

Mientras la ciudad se hundiera
no debía ni girar.
Se ve que con tantos nervios 
ella no pudo aguantar!

Perdió todo lo construido,
tendría que recomenzar.
El dolor aquel sufrido
nada lo podría curar!

De lo que diría la historia
no quería ni pensar.
La otra cara de Sodoma 
él no sabría olvidar!

*---Gora

*----Gora